Por: Raúl Sotelo L.
Bruno Pacheco, nombrado secretario general de Palacio de Gobierno, es en realidad el chambelán, el camarlengo, el asistente, su S.S. (su seguro servidor); en otras palabras, es el mozo del presidente Castillo.
Se presume que Pacheco vigila la preparación de los alimentos del mandatario, cuida de su vestimenta de pies a la cabeza, es su gallo despertador en el amanecer, cuida de su sombrero cuando las circunstancias le obligan se lo quite, lo acompaña en las actividades oficiales. Es su sombra.
Don Bruno, dejó sus tareas domésticas y quizás a espaldas de su padrino, emprendió raudo vuelo hacia las alturas en busca de glorificarse. Se ignora como lo hizo, pero se dio maña para interferir en los ascensos en las Fuerzas Armadas, poniendo en aprietos a generales con alto mando.
Y allí no paro la mano. Llamó por teléfono al mandamás de la implacable SUNAT para recomendar empleos y beneficios a empresas y amigos conocidos. O sea, su collera.
El Congreso de la República ya lo tiene en su mira y tratará de ajustarle la correa. ¿Pero el presidente echará de Palacio a su amigo fiel, a su ayudante de cámara, al que le endulza su taza de café? No lo creo.
Lo que si puede hacer es colocarle una camisa de fuerza para que don Bruno no vuelva a las andadas. Y debe hacerlo porque él es capaz de disfrazarse de Papá Noel y comenzar a repartir canastas navideñas a todos sus amigotes de Perú Libre.