Por: Raúl Sotelo L.
El voluminoso Julio Velarde, eterno presidente del Banco Central de Reserva (donde se fabrican los billetes como programas), seguirá nuevamente al frente de ese ente del Estado. Velarde, desde su amplio y gastado sillón, ha visto pasar a cuatro o cinco presidentes de la República, pero él sigue pegado en su cargo sin que nadie ose apartarlo. Será porque su gordura impide que se lo lleven a su casa.
Dicen sus defensores que él es un mago de las finanzas públicas y que se sabe de memoria la tabla de multiplicar.
¿O sea que como este voluminoso burócrata que gana casi el doble de lo que recibe el presidente de la República, no hay otro más capaz que él y que tome el timón del BCR?
¿En realidad es un mago o simplemente es una especie de amuleto al que los gobernantes de turno le tienen una fe ciega para que el país no se vaya a la quiebra o que el dólar no suba hasta la estratósfera?
Yo solo sé que en este mundo no hay nadie que sea imprescindible. Ni siquiera el Papa, que lo cambian cuando sale el humo blanco.
Cuando Velarde abandoné su puesto será por prescripción médica debido a su obesidad. Los cuarenta mil y pico de soles que gana le habrá pasado la factura.
