La extorsión se ha convertido en una grave amenaza para los pequeños negocios en Lima, obligando a casi tres mil bodegas a cerrar de forma definitiva. Según reporta la Asociación de Bodegueros del Perú, la situación es crítica en distritos como San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres, Comas e Independencia, donde los dueños de negocios, temiendo por su seguridad y la de sus familias, han optado por cesar sus actividades.
El impacto económico del cierre de bodegas
Milagros Torres, subdirectora de la Facultad de Negocios de Zegel, advierte que el cierre masivo de bodegas no solo afecta a miles de familias, sino también a la economía local. «Las bodegas son clave para la cadena de suministro y el acceso a bienes esenciales. Su desaparición reduce la competitividad de los pequeños empresarios y limita el acceso de los consumidores a productos de primera necesidad», señaló Torres.
El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reporta un aumento del 3% en robos a negocios en comparación con el primer semestre de 2023. Las extorsiones encabezan la lista de delitos en crecimiento, con 5,012 denuncias solo en los primeros tres meses de 2024. Lima Metropolitana lidera las denuncias, seguida por otras regiones como La Libertad, Tumbes, Piura, Lambayeque y Áncash.
Efecto dominó en la economía
El cierre de estas bodegas provoca un efecto dominó que afecta no solo a los propietarios, sino a toda la cadena comercial. Menos bodegas abiertas significa menos proveedores, menos empleos y una disminución en la recaudación tributaria. «Esto pone en riesgo la sostenibilidad de muchas pequeñas empresas que dependen del abastecimiento a estos comercios», advierte Torres.
El ecosistema empresarial se ve gravemente afectado. Desde los proveedores de productos básicos hasta las empresas de transporte, todos sufren las consecuencias de la desaparición de estos pequeños puntos de venta. Además, la reducción de la oferta en los barrios más golpeados puede provocar un aumento de precios, afectando el bienestar de las comunidades locales.
Llamado a la acción
Torres hace un llamado a las autoridades para que tomen medidas urgentes y apoyen a los bodegueros. «Es crucial que el Estado implemente estrategias de seguridad y financiamiento para los empresarios que han tenido que cerrar sus negocios. No se puede dejar solos a los bodegueros en esta lucha», concluyó.
El cierre de bodegas también genera un clima de desconfianza que desincentiva la inversión en nuevas microempresas. El temor a la extorsión o al fracaso por la inseguridad impide el crecimiento económico, especialmente en las zonas más vulnerables de Lima.
El cierre de bodegas en Lima por extorsión afecta profundamente la economía local y la vida de miles de familias. Es urgente que el gobierno, junto al sector privado, adopte medidas para frenar esta ola de violencia, proteger a los pequeños empresarios y restablecer la confianza en el mercado. De no hacerlo, la desaparición de estos negocios seguirá erosionando el tejido empresarial de la ciudad.