El juego es una actividad espontánea y placentera que las niñas y niños deciden. Con acciones referidas al cómo, dónde, qué y con quién quieren jugar, así como la definición de las reglas a seguir, desde el principio hasta el final de la actividad, ellas y ellos recrean y transforman su realidad, y a sí mismas (os) cada día.
“El niño que juega e interactúa con sus madres, padres y/o cuidadores principales se siente atendido, cuidado y querido. Y no hay edad para empezar a sentir estas emociones positivas. Por ejemplo, para el bebé no hay mejor juguete que el rostro, las manos y la piel de la persona adulta que lo cuida. Allí encuentra muchos estímulos como el calor humano, sus olores, las formas, los sonidos que produce y todo el cariño que necesita para sentirse seguro y aprender a confiar en las personas”, explica Lourdes Sevilla Carnero, directora ejecutiva del Programa Nacional Cuna Más del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), institución que, considerando la importancia del juego en el fortalecimiento y desarrollo de las habilidades durante la primera infancia, ha puesto a disposición de las familias – usuarias o no de sus servicios – los contenidos de su programa 1, 2, 3 Juguete, un espacio de la multiplataforma Cuna Más Digital que enseña a elaborar juguetes con materiales reciclados o de uso común en casa.
“Cada juguete presentado procura brindarles a las y los espectadores experiencias e interacciones similares a las que fomentamos como programa social mediante nuestros servicios de Cuidado Diurno y de Acompañamiento a Familias. Además, están pensados para promover acciones que ejercitan o fortalecen, según las edades de nuestras niñas y niños, sus habilidades de motricidad fina, sensibilidad ante las percepciones, resolución de problemas, toma de decisiones, coordinación ojo – mano, desarrollo de la imaginación, identificación y expresión de sentimientos y emociones, e interacción con el entorno que les rodea”, agregó la directora ejecutiva, quien recordó que 1, 2, 3 Juguete surgió en el año 2020 precisamente para mantener el contacto con las usuarias y usuarios de sus servicios, en el contexto de la emergencia sanitaria por COVID-19, y recordarles la invaluable contribución del juego infantil y libre en la vida de las niñas y niños menores de 36 meses de edad.
Habilidades para toda la vida
De acuerdo con los lineamientos que el programa social fomenta, alineados con los siete logros del Desarrollo Infantil Temprano (DIT), el juego permite a las niñas y niños crear nuevas redes neuronales, lo que aumenta la velocidad de su procesamiento cerebral. Esta actividad, corroborada por investigaciones científicas en todo el mundo, va acompañada de la generación de una serie de hormonas que trabajan en el cerebro, como la serotonina, acetilcolina, dopamina, endorfinas y encefalinas, producidas gracias a las emociones que ellas y ellos van experimentando mientras juegan. Por ello, cada vez que la niña o niño juega e interactúa con las personas a su alrededor mientras lo hace, no solo aprende, también ejercita sus propios medios para expresarse de una forma positiva.
“Una primera infancia saludable, segura y feliz no solo requiere que las niñas y niños gocen de un buen estado de salud y nutrición, también deben poder desarrollar un pensamiento crítico, comunicarse de manera efectiva y a iniciativa propia, así como tener la seguridad para expresar sus emociones. El juego facilita el ejercicio de todas estas habilidades, por lo que su promoción, en ambientes seguros, libres de violencia y bajo la permanente interacción con sus madres, padres y cuidadores principales, es esencial para augurar un futuro próspero y potencialmente bueno para la primera infancia”, puntualizó Sevilla Carnero.