Por: Raúl Sotelo (Sosung)
La cuarentena nos da tiempo para hurgar en libros y revistas que han permanecido cerrados por la velocidad que el mundo vivía hasta antes de la mortal aparición del coronavirus.
En esa búsqueda, encontré esta foto en blanco y negro donde se ve al entonces presidente del Perú, Manuel Prado y Ugarteche, el Papa Juan XXIII y la segunda esposa del mandatario, Clorinda Málaga. (Libro “Los Prodigiosos años 60” Guillermo Thorndike)
Este segundo matrimonio del presidente Prado con doña Clorinda, no habría sido posible sin la rápida anulación de su primera boda con Enriqueta Garland, perteneciente a una de las familias más acaudaladas del país.
En la década del 60, cualquier hijo de vecino no podía anular su matrimonio religioso fácilmente, porque se supone que era para toda la vida y hasta que la muerte los separe.
Pero, don Manuel Prado, no era precisamente un ciudadano de a pie. Fue un influyente banquero e hijo de Mariano Ignacio Prado, el presidente del Perú durante la guerra con Chile (sí el que viajó a comprar armas y no regresó o no le permitieron el retorno, como dicen algunos).
Así que don Manuel usó sus influencias para conseguir que el Papa Juan XXII anule en corto tiempo su sacrosanto matrimonio a través de una bula papal, que es como una ley o un decreto de urgencia que sale a diario de Palacio de Gobierno.
Según Óscar Villarroel, historiador especialista en la Edad Media, «una bula pontificia, en sí, es cualquier documento emanado de la cancillería pontificia y que va sellado con un plomo pendiente.
Una bula (el documento) puede tener desde una dispensa, una concesión, un orden a un eclesiástica, una recomendación a un rey, etc.
En la actualidad, para disolver un matrimonio católico no es necesario tener contactos al más alto nivel. El Papa Francisco dispuso su nulidad a través de trámites con plazos cortos. Ahora son rápidos y gratuitos.
De esta forma, Francisco puso fin a interminables procedimientos que se aplicaban hace 300 años para la disolución matrimonial.