Por: Raúl Sotelo «Sosung»
Las encuestadoras «serias», que no vieron o no quisieron ver, el tremendo pescado que traía la ola electoral no dan hasta el momento una explicación convincente porqué no informaron a los peruanos a través de sus sondeos previos al 26 de enero que el partido cuyos militantes lucen barba bíblica ya habían abandonado la categoría de “otros” y que iban a disputar los primeros lugares de esta contienda electoral.
Una peregrina explicación para justificar porqué no pusieron en la foto a FREPAP es que los peruanos que votaron por el pescadito tomaron esa decisión en la cola, a minutos de llegar a las ánforas.
Un poco más y nos dicen que en las cámaras secretas de votación los electores recibieron un mandato divino de Ataucusi y que una fuerza sobrenatural movió sus manos hasta el símbolo del pescadito.
Lo cierto es que la credibilidad de los encuestólogos ha quedado en duda en los últimos comicios. Y surge la siguiente pregunta ¿O sus técnicas de medición necesitan urgente actualización o decidieron desaparecer el enorme cardumen que se veía venir para favorecer a los partidos tradicionales.
En una entrevista publicada a una semana de las elecciones congresales, el mandamás de Ipsos Perú, Alfredo Torres menciona a todos los partidos, menos al Pescadito ni a la agrupación de Antauro Humala, preso por la muerte de 4 policías.
¿No tenía la información del caudal electoral que iban a tener ambas agrupaciones o no era conveniente decirlo para que no sumen más votos?. Solo el Sr. Torres y los demás encuestólogos tienen la respuesta.
Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios. El tiempo dirá si la mayoría de peruanos se equivocó con su decisión o fue un cambio que comenzará a redifinir el mapa electoral del Perú.
Lo cierto es que hoy más que nunca cobra actualidad ese viejo refrán que dice “ para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”, sobre todo si se trata de un pescado grande al que trataron como bagre cuando en realidad era un tremendo escualo que dejó en la orilla del mar a partidos como el Apra y el PPC expertos en vivir en las profundidades del mar electoral peruano.