Olvidados colegios estatales salvarán año a miles de estudiantes

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Por: Raúl Sotelo Sung (SOSUNG)

El ministro de Educación, Martín Belaunde, estimó que unos 350 mil escolares serán trasladados de colegios privados a públicos debido a la insatisfacción de los padres de familia por el servicio que reciben durante el estado de emergencia.

Si se concreta esta proyección los abandonados colegios estatales, considerados por muchos padres de familia de tener mala calidad educativa con profesores sin el mejor nivel académico y mala infraestructura, se convertirán en la salvación educativa de miles de estudiantes.

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Paradojas de la vida. Porque muchos padres preferían poner a sus hijos en colegios privados, muchos sin prestigio y hasta de dudosa solidez educativa, con tal de no matricularlos en los públicos porque para ellos simplemente son malos.

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Hoy, se mira a los colegios públicos como la tabla de salvación para que miles de estudiantes no pierdan el año escolar ante el abuso que están demostrando los privados que se están negando en todos los idiomas a bajar en un porcentaje razonable el costo de las pensiones.

Las vueltas que da la vida. Un sector de la población relaciona a los colegios estatales con la pobreza. Hoy, esas escuelas, observados con cierto desdén, abrirán sus puertas a miles de estudiantes.

¿Cuándo se jodió la educación pública?

Parafraseando la famosa frase de Zavalita en la novela Conversación en la Catedral. Hay indicios que la educación pública comenzó a perder nivel a partir de los ochenta. Los últimos gobiernos no le dieron a la educación pública su verdadero sitial. Incluso, parece que dejaron que se vaya a la deriva. Las grandes unidades escolares y colegios del Estado comenzaron a caerse a pedazos ante la falta de inversión.

La foto ya es conocida. Los colegios estatales lucían abandonados cada vez que comenzaba un año escolar. Aulas sin docentes, techos que se podían caer en plena clase, baños sin inodoros, caños secos, patios polvorientos. Colegios parecidos a los que existen en las zonas más pobres del África subsahariana.

Hasta la década de los 80 las grandes unidades escolares tenían en sus aulas a comprometidos profesores que podían vivir dignamente con el sueldo que recibían del Estado. Estos colegios no solo daban formación educativa, sino que estaban equipados con una buena infraestructura deportiva para que los alumnos practiquen no solo fútbol, sino, atletismo, gimnasia, lanzamiento de bala, jabalina y rutinas con taburete. No es casual que grandes campeones salieron de esos colegios como el chinchano Fernando Acevedo.

Hasta parece que hubiera sido un plan orquestado. Dejar que la educación pública se desangre para que los padres de familias miren obligados hacia la educación privada. Ante este panorama comenzaron a multiplicarse los colegios privados y luego salieron las franquicias escolares. Innova Schools, Palmer, Pitágoras, Trilce, surgieron para llenar el vacío que dejaban la educación pública.

Pero también se multiplicaron los colegios privados pequeñitos. Propiedad de familias que convirtieron sus casas de uno o dos pisos en negocios educativos y no les importaba cobrar solo 80 soles de pensión con tal de tener estudiantes. Los padres que matriculan a sus hijos en estas escuelas privadas sabían a lo que se están metiendo, pero para ellos era mejor que un colegio público.

En el segundo gobierno aprista se hizo un esfuerzo por mejorar la educación pública con la construcción de instituciones educativas emblemáticas. En algo quisieron borrar la desastrosa gestión gubernamental de su primer gobierno. 

Por años se ha pedido el incremento del presupuesto para educación al 6% del Producto Bruto Interno (PBI) para que se puedan atender sus grandes necesidades. En la actualidad solo se destina el 3.7% aproximadamente.

Lo que ha quedado demostrado en esta emergencia es que para muchos privados la educación es un negocio, una empresa y ahora, en plena emergencia han mostrado su verdadero rostro.

Atrás quedaron sus hipócritas frases de inicio de año. “Sembrando valores para una educación de calidad” ,“30 años de excelencia educativa” ,“Vive la universidad desde el colegio” ,“Hacemos escuela, educamos personas”, y cientos de frases huecas más.

Los colegios públicos, pese a sus limitaciones y olvido histórico del Estado recibirán con los brazos abiertos a los alumnos que huyen de indolentes escuelas privadas. Bienvenidos.

Sin embargo, aún se encuentran en sus aulas a docentes con vocación como Juan de Dios Ortiz que hace denodados esfuerzos para enseñar a sus alumnos en el alejado anexo de Bethel en Yauyos, en la Serranía de Lima. También hay miles de alumnos que pese a las limitaciones aprovechan sus estudios y se convierten en buenos profesionales y ciudadanos.

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Redacción DSN
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