Por: Milo
El reciente fichaje de Paolo Guerrero por Alianza Lima ha generado una euforia innegable entre la hinchada blanquiazul. Sin embargo, más allá del fervor popular, esta contratación encierra una serie de interrogantes que ponen de manifiesto una problemática estructural del fútbol peruano: ¿Estamos ante un paso adelante o un retroceso en nuestro fútbol?
No cabe duda de que Guerrero es referente para el fútbol nacional. Su trayectoria y goles lo convierten en una figura del deporte peruano. Pero, a sus avanzados 40 años, ¿cuánto fútbol le queda? ¿Será capaz de liderar un proyecto de renovación en un equipo que busca consolidarse como protagonista en el fútbol peruano? Estas preguntas son válidas y nos obligan a reflexionar sobre las verdaderas necesidades del fútbol nacional.
La tendencia a priorizar a jugadores veteranos en detrimento de los jóvenes talentos es un problema recurrente en el fútbol peruano. Si bien la experiencia es un valor agregado, no puede ser el único criterio para conformar un plantel. El fútbol es un juego de jóvenes, de velocidad, de energía. Y en ese sentido, el fútbol peruano parece estar anclado en el pasado, aferrado a figuras que, por más gloriosas que hayan sido, no pueden garantizar el éxito a largo plazo.
Mientras tanto, los jóvenes talentos peruanos siguen esperando su oportunidad. Muchos de ellos cuentan con una gran proyección, pero se ven relegados a un segundo plano por la preferencia hacia jugadores de mayor edad y con mayor nombre. Esta situación no solo perjudica a los futbolistas, sino también al fútbol peruano en su conjunto, que se ve privado de una renovación generacional y de la posibilidad de desarrollar un estilo de juego más dinámico y ofensivo.
Es hora de que los clubes peruanos, y Alianza Lima en particular, asuman un compromiso real con la formación de jóvenes talentos. Se necesita invertir en infraestructura, en metodología de entrenamiento y en la creación de equipos de reserva que permitan a los jóvenes foguearse y adquirir experiencia. Además, es fundamental que los técnicos confíen en ellos y les brinden la oportunidad de mostrar su valía.
El caso de Guerrero con la Universidad César Vallejo es otro aspecto que no puede pasarse por alto. Las polémicas surgidas durante su paso por el cuadro trujillano ponen en duda su profesionalismo y su compromiso con el equipo. ¿Es este el tipo de jugador que necesitamos en nuestro fútbol? ¿Qué mensaje se envía a las nuevas generaciones al ver que un jugador de su talla puede actuar de esta manera?
El fichaje de Paolo Guerrero puede ser un parche a corto plazo, pero no puede ser la solución a largo plazo. El fútbol peruano necesita un proyecto que contemple la formación de jugadores propios y la construcción de un equipo competitivo y sostenible en el tiempo. Solo así podremos aspirar a alcanzar los objetivos que nos hemos trazado como país futbolero.