Con ustedes la Sonora Matancera. Sus tumbas y guarachas hicieron bailar a toda una generación entre los años 50 y 60. En Chincha Alta, sus fanáticos estaban afincados en las calles Ayacucho, Junín, Chavín (última cuadra), prolongación Santo Domingo, barrio de Sacachispas; y, en los distritos de El Carmen y Tambo de Mora.
En los Carnavales de antaño se efectuaban torneos entre los matanceros y sus respectivas parejas. Casi todos los participantes eran morenos, unos eximios bailadores. En un encuentro yo participé, así como Orlando Chacaliaza, los dos únicos cholitos.
El jurado me adjudicó el cuarto puesto entre casi doce parejas. El mérito lo compartí con Gladys, mi acompañante, una morenita que deslumbró a todos.
Como anécdota contaré que en la segunda cuadra de la calle Nicolás de Piérola, existía un bar que atendía mi recordado amigo y excelente músico don José Ugaz, donde funcionaba una rockola accionada por monedas. Todos los domingos religiosamente llegaban tres o cuatro amigos de Tambo de Mora para escuchar los sones de la Sonora Matancera. Como no tenían pareja, ellos se «soltaban» y bailaban entre ellos.! Todo un espectáculo para los vecinos del lugar.