Por: Raúl Sotelo L.
El expresidente Alejandro Toledo tenía su ángel guardián, el que le cuidaba las espaldas: el peruano israelí Josef Maiman.
Cuando la empresa constructora Odebrecht puso sobre la mesa una impresionante ruma de dólares como pago de soborno por la adjudicación de obras, al cholo de Cabana se le «abrió el apetito» por el dinero. Era su debilidad, aparte del trago fuerte.
Su hombre de confianza entro en acción. Maiman usó una red de offshores donde deposito las cuentas a favor de su jefe y ponerlo a buen recaudo. El total del dinero mal habido alcanzó los 21 millones de dólares.
Cuando comenzaron las investigaciones judiciales que hacían presagiar el desvelamiento de la acción delictiva de Toledo, su amigo cual Judas Iscariote decidió abrir la boca y revelar todo el entrampado. Acorralado Maiman entregó a las autoridades toda la documentación que revelaba el delito cometido.
Alejandro Toledo, ya en el ocaso de su vida ha denostado contra su ex amigo, y ha dicho que «Josef Maiman es un delincuente vestido de empresario. Él me traicionó para salvarse. Soy un estúpido.
El ángel guardián murió el 9 de octubre, y su declaración ha lapidado para siempre a Toledo.
Una amistad que se supone férrea contaminada por la codicia de obtener un dinero prohibido, se rompe en mil pedazos.