Por: Raúl Sotelo L.
El gobierno de Perú Libre, y el Congreso de la República, en el centro del ring cara a cara miden sus fuerzas, se estudian.
Han recibido indicaciones precisas de sus entrenadores no ir al ataque directo, puro jabs, sino esperar que el rival se anime a lanzar el primer golpe. La mayoría del Congreso que asegura ya tiene los votos necesarios para censurar al ministro de Trabajo, Íber Maraví, no se anima a lanzar el gancho que impactaría en la mandíbula de Pedro Castillo porque éste de inmediato aplicaría a su contendor (el Congreso) una seguidilla de golpes con la etiqueta de «cuestión de confianza».
Ambos saben lo que ello significa. Si los congresistas de oposición mandan al ministro Maravi a su casa; casi de inmediato el Ejecutivo (el presidente Castillo), extrae de su manga la carta que mata el as, o sea la cuestión de confianza, y coloca al Congreso al borde del precipicio.
Esta posibilidad pone los pelos y trenzas en punta a los congresistas porque perderían sus curules y todas sus gollerías. Sin chamba engrosarían el gran número de vendedores ambulantes vendiendo emoliente en las madrugadas.
¿Quién de los dos contendientes dará el primer guantazo?
Dentro de pocas horas lo sabremos. El pueblo peruano, en la galería, espera ver cómo los políticos también lloran y para conservar sus privilegios son capaces de lamer la mano de su enemigo.