Por: Raúl Sotelo Sung (SOSUNG)
El domingo 30 de abril de 1933 el Perú tuvo en forma oficial dos presidentes. Uno que gobernó hasta la 1p.m., hora en que fue baleado y el segundo a partir de la tarde, luego de una apresurada elección en el Congreso.
Un día como hoy, hace 87 años, el presidente Luis Miguel Sánchez Cerro abandonaba el hipódromo de Santa Beatriz, hoy Campo de Marte, tras participar en un acto público. Había llegado a pasar revista a 30 mil soldados que se encontraban listos para partir a la frontera con Colombia en medio de un inminente conflicto.
Cuando se encontraba en el reluciente Cadillac descubierto fue baleado a quemarropa en la espalda por el empleado pasqueño Abelardo Mendoza Leyva. El asesino, quien según el historiador Basadre, estaba afiliado al partido aprista, fue acribillado en ese mismo lugar por los custodios de Sánchez Cerro, sepultándose de esa forma cualquier posibilidad de esclarecer el magnicidio.
El moribundo mandatario fue llevado raudamente al Hospital Italiano que funcionaba en la Av. Abancay. Pese a los esfuerzos de los médicos Raffo, Rocha, Delgado y Brignardello, el corazón del gobernante peruano dejó de latir cuando los relojes marcaban la 1 y 10 de la tarde, según el certificado de defunción.
Apresurada elección.
Tras la muerte de Sánchez Cerro el Congreso sesionó esa misma tarde del 30 de abril. Votaron 88 representantes y 81 lo hicieron por el general Óscar R. Benavides, quien en esos momentos se desempeñaba como Jefe del Consejo Nacional de Defensa.
Según Basadre, al morir Sánchez Cerro su patrimonio consistía en solo 180 soles de la época. A manera de homenaje póstumo una avenida de Lima fue bautizada con su nombre, pero en 1947 el alcalde de Lima Augusto Benavides Canseco, cambió dicha denominación por la de República de Chile, el país que nos arrebató Arica.
Nadie fue a la cárcel por esta muerte. Su sepulcro en el cementerio Presbítero Maestro recibió a diario flores de gente del pueblo durante muchos años. El país se desconcertó por el asesinato de su presidente, algunos celebraron en secretas reuniones partidarias.