Por: Raúl Sotelo L.
Dentro de pocos días arribará la Comisión de Alto Nivel de la Organización de Estados Americanos (OEA) para analizar en el terreno la actual crisis política, social y económica que confronta nuestro país.
La OEA no es ajena al enfrentamiento que existe entre los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y que también han entrado a tallar en el lío las Fuerzas Armadas, la Policía. y los medios de comunicación.
Somos espectadores casi a diario de una lucha de todos contra todos, y que caiga quien caiga no importa los métodos que se utilice. Es una olla de avispas y alacranes con intenciones de devorarse entre ellos.
Si los comisionados de la OEA suponen que, invocando a la práctica de la paz, de la concordia, del diálogo alturado deponiendo sus actitudes violentas; pues se equivocan. Los iracundos en son de guerra, no entienden eso de «amaos los unos a los otros», ni mucho menos aceptarán al pedido de «daos fraternamente la paz».
Dicha esta triste realidad, los de la Comisión de la OEA jamás llegarían a ver por ejemplo que, el siempre «sonriente y bromista» congresista Jorge Montoya se confunda en un abrazo con el presidente Castillo; o que el culto y académico Phillips Butters y su entrañable “hermanón” Ricardo Belmont intercambien besitos en las mejillas; o que la Fiscal de la Nación entregue un ramo de orquídeas a la Primera Dama; o que el presidente del Congreso le ofrezca una paloma blanca al presidente del Consejo de Ministros.
Si estas pesadillas fueran una realidad ante los ojos de los, sorprendidos miembros de la Comisión, ellos retornarían asustados a Washington DC con el pleno convencimiento que llegaron a un país que no era el Perú.
¡Señor!, si tú bajaras para poner orden en nuestro convulsionado país, también te irías con tus benditas manos vacías.
