Por: Raúl Sotelo L.
El presidente Pedro Castillo ha sido impactado por dos reveses políticos, uno tras otro.
Primero, cuando prácticamente la Fiscal de la Nación lo obligó ir a su despacho a declarar.
Dos: el pleno del Congreso, de un solo tajo le prohibió viajar a Colombia como invitado a la toma de mando del presidente electo Gustavo Petro.
Dos humillaciones al hombre que representa a toda una nación, de parte de una funcionaria y de un Congreso, ambos con serios cuestionamientos.
¿Quieren mi parecer? Yo, en los zapatos del presidente hubiera esperado a la Fiscal sentado en mi sillón para que me interrogue, y, luego subir al avión rumbo a Colombia, con o sin permiso de nadie. Después que me caiga el techo encima, pero no les di el gusto de menospreciarme.
Hubiera defendido con entereza y hombría mi elección como un auténtico mandatario.
De aquí para adelante, Castillo solo esperará su crucifixión.