Por: Raúl Sotelo L. (El Comunicador)
La muñeca terrorífica del film «El Exorcista», sorprendentemente amaneció de buen ánimo. Atrás quedaron su pésimo humor y maldiciones, para extender una rama de olivo en señal de paz a su archienemigo Pedro Castillo, y reconocerlo como el presidente del Perú. Si él lo invita a dialogar irá gustosa a Palacio de Gobierno.
Igual actitud conciliadora adoptó con el ingenuo PPK, con quién en ese entonces disputaba el sillón presidencial. Ambos, llevados por el cardenal Cipriani, oraron contritos en una capilla. Solo faltó que tomados de las manos cantaran a dúo el Ave María.
El pobre gringo cayó en la trampa. Poco después ya como presidente las huestes de la Fujimori le hicieron la vida imposible, y lo llevaron hasta el borde del precipicio, y solo bastó un empujón para que PPK renunciará a la presidencia. Ya no daba más ante tanta presión política.
¿El presidente Castillo se tragara el anzuelo? ¿Jugará a la ronda con la mujer que hasta hace poco no lo aceptaba como el primer mandatario?
Si se entrega al abrazo del oso, o mejor dicho de la osa, terminará con sus costillas magulladas… Ella aprieta fuerte, no lo olvide presidente.